6.11.04

Sonidos de Praga en Monforte (6-11-2004), por Magín Vázquez.

El concierto de la Orquesta de Cámara Checoslovaca organizado por la sociedad filarmónica fue memorable


La sociedad filarmónica de Monforte nos ofreció esta semana en la Casa da Cultura el segundo concierto de la temporada a cargo de la Orquesta de Cámara Checoslovaca de Praga, con obras de Mozart, K. Stamiz y Chaikovski.
La primera parte arranca con el Concierto para violín y orquesta , K.211, de Mozart, el segundo de los cinco compuestos para este instrumento solista, concebido para dos violines, viola, dos flautas, dos trompas y bajo, además del protagonista, mientras que la orquesta de Praga está integrada por ocho violines, dos violas, tres violonchelos y contrabajo.
El Allegro moderato comienza con una introducción orquestal seguida de la intervención del solista; la alternancia de parajes difíciles y metódicos le da un carácter de virtuosismo no exento de emoción hasta la primera cadencia que precede al tutti final. El Andante es la expresión de la elegancia francesa, un canto continuo del solista sobre el acompañamiento del resto de la cuerda con un corto desarrollo seguido de una cadenza a pracere que enlaza con la recapitulación. El tercer tiempo es un Raudo allegro en el que el solista expone el tema sin introducción de la orquesta para luego alternar ésta y aquél en el desarrollo.
La interpretación, ajustada y brillante, con la salvedad de la ausencia de las flautas y las trompas que le dan un colorido distinto.
La primera parte termina con la Sinfonía concertante para violín y viola , de Karel Stamiz, uno de los últimos representantes de la escuela de Mannheim. No responde a la forma de sinfonía que estaba consolidando J. Haydn, ya que Stamiz la limita a tres movimientos.
El primero, Allegro molto , comienza por una larga introdución orquestal para dar paso al diálogo de los solistas con el acompañamiento de la cuerda y respuestas de la orquesta en ritornello. El Romance es la parte más melódica; después de un breve tutti , el violín expone el tema y le sigue la viola, ambos sobre el acompañamiento del conjunto. El tercer movimiento es un Rondó al estilo clásico, en el que los temas son expuestos por ambos solistas. La interpretación fue correcta.
Segunda parte
La segunda parte está integrada por la Serenata para cuerda en do mayor , op. 48 de Chaikovski. El propio autor la consideraba una obra sinfónica más que de cámara, tal como se desprende de esta frase suya: «Cuanto más numerosos son los efectivos de la orquesta de cuerda, mejor se corresponderán con los deseos del autor». Puede considerarse como un homenaje de un romántico a la música del siglo XIX vienés y a las sinfonías italianas de la escuela veneciana.
Consta de cuatro movimientos. El primero, Pezzo in forma di sonatina , comienza a la manera de las oberturas francesas, y la parte central tiene tres temas, el último de una frescura y una transparencia que recuerda a Mozart. El Vals del segundo tiempo es una de las melodías más célebres del autor, por su perfecta escritura, originalidad y refinamiento.
La Elegía es el movimiento que marca la diferencia dentro de la obra; comienza con una meditación casi religiosa, que se convierte en pura efusión lírica en los últimos compases. El Final. Tema ruso está basado en dos motivos de Balakirev, el primero sincopado y el segundo alegre como una fiesta campestre. La interpretación fue satisfactoria. Ajustada al espíritu de la obra y a las condiciones del local.
Em respuesta a los aplausos se ofreció el Presto de una sinfónica del checo Antolín Fils, uno de los fundadores de la escuela de Mannheim, que nos volvió a recordara Mozart.
Un concierto memorable, uno de los buenos escuchados en los últimos años en Monforte. Lástima que no lo escuchase más gente.