El año musical se cerró en Monforte con el tradicional concierto navideño de este cuarteto integrado por una familia de intérpretes de origen ruso afincados en Galicia
El último concierto del año de la Sociedad Filarmónica
de Monforte, el día 30 en la Casa de la Cultura. estuvo a cargo del
cuarteto Moriatov, bien conocido por los melómanos locales. Este grupo
es un cuarteto con piano, con la particularidad de que la viola se
sustituye por un segundo violín, por lo que no abundan las obras
compuestas para esta formación.
La primera parte del concierto comienza con una sonata
para dos violines, violonchelo y piano de la Op. 5 de Haendel. Consta de
los cuatro movimientos propios de la sonata de chiesa ,
en contraposición a la de cámara, integrada por danzas. Es un constante
diálogo de los dos violines sobre el apoyo del bajo continuo, en este
caso el piano y el wel chelo . La interpretación
corresponde al barroquismo de la obra, menos conocida que las óperas,
oratorios y otros instrumentales del autor.
A continuación pudimos oír una tocata para violonchelo
y piano de Girolamo Frescobaldi, celebérrimo organista de finales del
Renacimiento, maestro de la capilla de San Pedro de Roma, en una
transcripción de Gaspar Casadón que da un protagonismo total al
violonchelo, comprensible dado su dominio del instrumento. La
interpretación del matrimonio Moriatov fue respetuosa con esta
condición.
Finalizó esta parte con el primer movimiento de la
sonata número 9 para violín y piano de Beethoven, llamada Sonata a
Kreutzer, por la dedicatoria al violinista Rudolf Kreutzer, que nunca se
atrevió a interpretarla; se trata de la más conocida, no sólo por sus
valores musicales sino porque sirvió de inspiración a Tolstoi para su
novela del mismo título. Fue interpretado por Mijail e Yrina con una
compenetración total, ya que las dificultades se reparten por igual
entre los dos instrumentos. ¡Lástima de los dos movimientos restantes!,
que completan una de las páginas más bellas del género y, como las
anteriores, poco frecuentes en los conciertos
La segunda parte estuvo integrada por cuatro obras de
otros tantos autores y un popurri de villancicos. La primera fue uno de
los concertini para piano dos violines y violonchelo de
Haydn, originariamente para clave y los tres instrumentos de cuerda
dentro del grupo de obras menos conocidas del autor. El protagonismo del
piano es patente, limitándose las cuerdas a un discreto y sutil
acompañamiento, salvo los contados momentos en que conciertan por
separado con el protagonista. Se trata de un divertimento propio de la
época clásica y la interpretación responde al carácter de esta música.
El controvertido Piazzola
Astor Piazzola tuvo su espacio con el Verano porteño para violín, violonchelo y piano, una parte de lo que podríamos llamar Las cuatro estaciones de este controvertido compositor, que lo mismo crea tangos que sinfonías, pero siempre despierta interés.
El Rigtime de S. Jopli fue sustituido por
una polka de Rachmaninov, tal vez para darnos una pequeña y única
muestra de música del país de los intérpretes.
De Gershvin nos ofrecieron dos fragmentos de la ópera Porgy and Bess , uno melódico y otro más rítmico y jazzístico, ambos de gran belleza en arreglo de Yrima Moriatov.
Dentro del popurri de villancicos no podía faltar
Noche de paz, la célebre melodía de Franz Gruber, en una versión muy
elaborada y de un resultado muy bello. El bello Danubio Azul
cerraba el programa, en una versión muy romántica de Yrina que gustó al
público y fue permiado, como todo el concierto, con intensos aplausos.
Para corresponder al público, el cuarteto concedió un bis con un tema de
la película Tiempos modernos , de Chaplin.
El concierto de los Moriatov, aparte del aspecto
musical siempre interesante, tiene el aliciente de la simpatía entre los
Moriatov y la Filarmónica que el hijo mayor, Mijail, se esfuerza en
transmitir antes del inicio y del final en nombre del conjunto. Dado
que, salvo el hijo menor, todos residen en Galicia, esperamos que esta
simpatía recíproca siga plasmándose en nuevas visitas por muchos años.
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